Ciclo de Transmision del dengue
La enfermedad del dengue se transmite mediante la picadura del El agente
causal, un mosquito un arbovirus del grupo B, con cuatro serogrupos distintos, generalmente el Aedes
aegypti (mosquitos AÊDES), infectado con el virus del dengue, a su vez este
mosquito ha adquirido el virus al ingerir la sangre de otra persona con dengue.
Se trata de una cadena sin fin, ya que el mosquito queda infectado por el resto
de su vida.
No hay manera de saber si un mosquito transporta o no el virus del
dengue, ya que la transmisión del dengue no se produce por el contacto directo
con una persona enferma o sus secreciones, sino que es necesaria la presencia
de un vector.Por eso se debe evitar todo tipo de picaduras y de otras
enfermedades transmitidas por insectos.
En gran parte de las zonas tropicales de Asia,
el Aedes allopictus puede contribuir a la transmisión del virus del dengue en
zonas rurales, en tanto que en Polinesia, uno de los complejos de Aedes
pcutellaris puede servir como vector. En Malasia, interviene el complejo Aedes
niveus y en África occidental, el complejo Aedes furcifer – taylori y los
mosquitos Aedes aegypti.
Dengue, CAUSA LA MUERTE
Existen dos
tipos de dengue: el clásico y el grave, antes
conocido como hemorrágico. Algunos de los síntomas del dengue
incluyen fiebre elevada, arriba de 40°C, además de dolor de cabeza muy intenso,
dolor detrás de los ojos, dolores musculares y en las articulaciones, náuseas,
vómito, crecimiento de los ganglios linfáticos y salpullido. Estos síntomas suelen aparecer de 3 a 14
días después de la picadura del mosquito transmisor. La mayor parte de las
personas con dengue se recuperan alrededor de 2 semanas después de haber
presentado los primeros síntomas.
El dengue grave es
una complicación mortal que puede causar hemorragias debajo de la piel,
acumulación de líquidos, dificultad respiratoria, hemorragias graves y en el
peor de los casos una falla orgánica. Estos síntomas suelen aparecer entre 3 y
7 días después de presentarse los primeros síntomas de dengue clásico.
Debe de sospecharse de esta enfermedad cuando se presentan los siguientes síntomas: dolor abdominal intenso,
vómito persistente, respiración acelerada, hemorragias de las encías, cansancio
intenso, inquietud y presencia de sangre en el vómito.
Las
siguientes 24 a 48 horas después de presentar los primeros síntomas de dengue
grave son cruciales y requieren atención médica inmediata, ya que puede
evolucionar en síndrome de shock por dengue, ocasionando una hemorragia masiva
en la persona infectada.
El mosquito transmisor del dengue se reproduce
principalmente en recipientes artificiales, y a diferencia de otros mosquitos,
se alimenta durante el día. El periodo en el que se intensifican las picaduras
es durante la mañana y al atardecer.
Si bien no
existe una vacuna que proteja contra el dengue, hay medidas que se pueden tomar para
evitar la propagación del mosquito portador del virus. Limpiar
constantemente las áreas en donde se acumula agua, voltear los recipientes que
puedan retener líquidos, tapar los contenedores de agua limpia, colocar tela
mosquitera en el hogar y permitir la entrada a personal de la Secretaría de
Salud pueden reducir en gran medida los riesgos de infección.
Actualmente no existe un tratamiento específico para combatir esta enfermedad,
pero con una atención inmediata por médicos y enfermeras con experiencia en los
efectos y evolución de la enfermedad se puede reducir la tasa de mortalidad de
más del 20% a menos del 1%, según estadísticas de la OMS. En esta etapa
es crucial mantener los niveles de líquidos corporales.
Sintomas
Los síntomas
del dengue se inician después de un período de incubación que puede
variar de cinco a ocho días tras la picadura del mosquito. Habitualmente cursa
con fiebre alta que se inicia de forma repentina y se acompaña de dolor de
cabeza intenso, dolor alrededor de los ojos y detrás de los globos oculares,
cansancio y dolor en músculos y articulaciones.
Al tercer
día de la fiebre, muchas veces aparece un exantema por el cuerpo, es decir, una
erupción generalizada de color rojizo, que dura unos dos o tres días. También
puede haber náuseas, vómitos, pérdida del apetito o dolor de garganta. La
fiebre usualmente dura hasta una semana y suele ser intermitente. Una fiebre
que dura más de 10 días no suele ser por dengue. En ocasiones, al disminuir la
fiebre, aparece un segundo exantema cutáneo que dura entre uno y cinco días y
desaparece con descamación de la piel. Tras la desaparición de los síntomas
puede persistir el cansancio, a veces junto con depresión,
durante muchas semanas.
Algunas
personas después de la fiebre inicial pueden tener síntomas más graves
característicos del dengue hemorrágico, llamado así por las manifestaciones
hemorrágicas que tienen los pacientes. Pueden tener sangrado por la encías,
hemorragias por el tubo digestivo o sangrado por la orina. Son características
la aparición de petequias o púrpura, que son erupciones en la piel como
puntitos rojos o placas rojizas causadas por un aumento de la permeabilidad de
los capilares, produciéndose la salida de glóbulos rojos a través de la pared
de los mismos. Cursa con dolor abdominal, vómitos persistentes y respiración
acelerada. Sin tratamiento, evoluciona a shock con disminución de la presión
arterial y en ocasiones la muerte.
En general, el
dengue es una enfermedad autolimitada con una mortalidad menor del 1%. El
dengue hemorrágico tiene una mortalidad con tratamiento del 2-5%, pero sin
tratamiento puede ser mortal hasta en el 50% de los casos.
Diagnóstico del dengue
Lo más importante para poder hacer un diagnóstico de dengue es la clínica del
paciente, interrogarle sobre viajes a zonas endémicas y exposición a picaduras
de insectos. También es fundamental descartar otras enfermedades tropicales,
principalmente la malaria o
paludismo.
Una prueba que se utiliza en ocasiones para evaluar a los pacientes con
sospecha de dengue es la prueba del lazo o prueba del torniquete,
que mide de manera indirecta la fragilidad de los pequeños vasos sanguíneos
(capilares). Consiste en colocar en el antebrazo del paciente un torniquete o
el manguito del tensiómetro a una presión media durante cinco minutos, si
transcurrido este tiempo el paciente tiene más de 30 puntitos rojos (petequias)
alrededor de la zona de presión se considera una prueba positiva y puede ayudar
al médico a confirmar la sospecha de dengue.
Inicialmente se suele hacer un análisis de sangre llamado hemograma
para ver los glóbulos blancos, los glóbulos rojos y las plaquetas. En los
pacientes con dengue es característico ver una disminución de los glóbulos
blancos (leucopenia) y de las plaquetas (trombopenia).
También es importante determinar el hematocrito, que es el
porcentaje del volumen de la sangre que está compuesta por glóbulos rojos. Si
el hematocrito se eleva se llama hemoconcentración, que es un
signo de deshidratación del paciente y de salida de líquidos de los vasos por
aumento de permeabilidad de los capilares, lo que puede ser indicativo del
inicio del dengue hemorrágico. En el análisis de sangre también se puede ver
una elevación de las enzimas hepáticas conocidas como transaminasas
y, especialmente en el dengue hemorrágico, una alteración en las pruebas
de la coagulación de la sangre.
Entre el día 1 y 5 de la aparición de los síntomas, se pueden realizar dos
tipos de pruebas para detectar el virus circulando por la sangre. En primer
lugar, se puede diagnosticar el dengue mediante un test rápido que
detecta antígenos del virus en la sangre. El resultado se tiene en
menos de una hora. Sin embargo, esta prueba sólo suele estar disponible en
centros especializados. También se puede detectar el material genético del
virus, pero es una prueba cara y poco accesible en la práctica clínica
habitual.
Habitualmente se realizan los llamados test de serología, que
miden en el suero del paciente los anticuerpos dirigidos frente al virus del
dengue. El resultado suele ser positivo tras los primeros 3-5 días del inicio
de la fiebre. Se pueden realizar los anticuerpos del tipo IgM que se forman en
la fase aguda de la infección, por lo que son muy útiles para el diagnóstico, y
anticuerpos del tipo IgG, que se forman en la fase de convalecencia, y que
pueden diagnosticar la enfermedad una vez pasada.
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